Estamos a principios del siglo XVIII. La centuria de las luces y la música barroca acaba de comenzar. Cuando termine, habrá nacido una nueva nación: Estados Unidos. Pero, en este año de 1707, se va a firmar un acta que convertirá a tres países en un reino. ¿Quieres saber cuál? Pues prepárate para disfrutar de este artículo sobre la diferencia entre Inglaterra, Gran Bretaña y Reino Unido.
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Britania
La primera denominación conocida de este país proviene del IV a.C. y se la debemos a Piteas, un explorador marsellés. Pero, ojo, que por aquella, Marsella era griega y se llamaba Masalia. En uno de sus viajes, recorrió los mares del norte para averiguar el lugar de donde los cartagineses obtenían el estaño. Lo encontró en una isla a la que llamó Prettanike, por una palabra celta (pretani) que significa «el pueblo tatuado».
Con el mismo nombre, aunque modificado, la conocían los romanos. Alrededor del 40 a.C., después de una breve campaña militar de contención, Roma plantó su estandarte en la costa. Así, la isla se unió al Imperio bajo el nombre de Britania.
La nueva provincia romana ocupaba el territorio de lo que conocemos como Inglaterra y Gales. Aquí, los nativos se llamaban britanos y acabarían asimilando la cultura de los conquistadores. Sin embargo, el norte, separado por la muralla de Adriano, mantenía su independencia y estaba habitado por dos pueblos celtas: Dál Riata (oeste) y los pictos (este).
Britania conservaría su condición provincial hasta el año 410. Los constantes ataques de los conocidos como «pueblos bárbaros» obligaron a Roma a traer de vuelta a sus tropas para defender la capital. Aunque otra versión señala que, debido a conflictos políticos, Britania optó por ignorar a Roma e independizarse.
Fuera cual fuese el motivo, el caso es que Britania dependía de sí misma. Sin las legiones, los britano-romanos habían quedado a merced de los pictos. Así que, pidieron ayuda a las tribus germánicas que se habían asentado en la costa. Esto provocaría tres cosas:
- Un grave error
- La leyenda del rey Arturo
- El génesis de Inglaterra
Los pueblos germánicos
Las invasiones germánicas habían comenzado mucho antes del colapso de Roma. Sajones, anglos y jutos, principalmente, eran viejos conocidos entre los lugareños. No obstante, su presencia suponía un mercado asequible de mercenarios para los romanos.
Eso mismo debieron hacer los britano-romanos en el siglo V para protegerse de la amenaza del norte. Por desgracia, carecemos de información fiable sobre lo que sucedió. Pero podemos aventurar un cambio de actitud por su parte. Porque, en lugar de defenderlos, los masacraron.
Esta traición provocó una migración masiva. Muchos britanos se exiliaron en Armónica (Francia) y Galicia (España). El resto se refugió en el menos romanizado oeste (actual Gales) y suroeste (Cornualles). En cuanto al resto de la isla, el sur quedó bajo dominio sajón (con un par de reductos jutos en la costa) y la parte este, hasta la muralla de Adriano, en poder de los anglos.
Con el fin de Britania, nació el periodo de los reinos anglosajones. Su expansión se detuvo en el año 500, tras la victoria de Ambrosio Aureliano en la batalla del Monte Badón, posible origen de los mitos artúricos. Aunque su triunfo no consiguió parar la progresiva desaparición de la cultura celta y latina. Porque los nuevos dueños eliminaron el idioma y la vida en las ciudades, además de dos elementos que regresarían años más tarde: la religión cristiana y la moneda.
Eso sí, a cambio nos dejaron el fantástico Beowulf y la base del idioma inglés. Pero, también, una región compuesta por varios reinos anglos, a la que los francos (el pueblo fuerte de la época) denominaron «tierra de los anglos». O, como se decía entonces, Anglae Terra.
Inglaterra
Irónicamente, el pueblo que daría nombre al país desaparecería con las invasiones vikingas (siglos VIII – IX). Una vez conquistada «la tierra de los anglos», las huestes escandinavas pusieron su mirada en «la tierra de los sajones», más conocida como Reino de Wessex.
Los sajones, además de haberse apropiado de los territorios jutos, le había arrebatado Cornualles a los britanos. El antiguo pueblo romanizado, por lo tanto, se mantenía solo en la zona montañosa del oeste. Los sajones se referían a ellos con el término wealas, que significa «gente que habla en lengua celta» y que dio lugar al nombre de Gales y, también Cornualles (Cornwall).
Era cuestión de tiempo que los vikingos incorporasen los territorios del sur y suroeste a sus posesiones. Pero se toparon con el rey Alfredo, quien no solo contuvo su incontrolable avance en el 878, sino que amplió aún más las posesiones sajonas. Esto le hizo merecedor del título de «rey de los anglosajones», concedido por él mismo.
Sus hijos prolongarían la gloria del Reino de Wessex. Primero, Eduardo, arrebatando más territorios a los vikingos. A continuación, el hijo de este, Athelstan, que continuó con la expansión de sus antecesores y unificó todos los reinos sajones bajo un solo nombre, convirtiéndose en el primer monarca de facto de una Anglae Terra unificada. Aunque resulta llamativo que lo hiciera proclamándose «rey de toda Britania». Sin embargo, los vikingos no habían dicho la última palabra.
Inglaterra danesa
Cuando a un rey le apodan «el Malaconsejado», buena pinta no tiene. Como le sucedió a Etereldo II, el rey de la Inglaterra sajona entre 978 y 1013. Con el fin de demostrar su autoridad a súbditos y enemigos, ordenó la muerte de todo noble inglés con ascendencia danesa el día de san Bricio (13 de noviembre) de 1002.
El problema de dar barra libre a las espadas es que, tarde o temprano, alguien mata a quien no debe. Por ejemplo, a la hermana del rey de Dinamarca, Svend I, a la sazón, vikingo. Tras varios años de tiras y aflojas, donde la flota anglosajona abandonó la defensa costera para dedicarse a la piratería (aquí empezó esta tradición tan británica), Svend I se cansó de recibir el danegeld (tributo que ya pagaban los sajones). Así que, armó a sus tropas y se lanzó a la conquista de la isla en 1013. Etelredo II huyó a Normandía y Svend I se convirtió en el primer rey danés de Inglaterra. Sin embargo, fallecería a las pocas semanas, por lo que su hijo Canuto II heredó la corona, tras una fugaz restitución del Reino de Wessex con Etelredo II.
Lo más significativo del reinado de Canuto II fue la división de los territorios vikingos y sajones en cuatro condados, creando la base de la futura Inglaterra. Aparte de eso, el resto de su vida transcurrió en Dinamarca, defendiendo su trono ante los múltiples rivales, conquistando Noruega y fundando el Imperio del Mar del Norte. El trono de Inglaterra pasaría a manos de su hijo Canuto Hardeknut.
Inglaterra normanda
Canuto II, para consolidar su poder en Inglaterra, se había casado con Emma de Normandía, viuda de Etelredo II, con quien tuvo a su hijo Canuto Hardeknut y dos hijas. Una de ellas, llamada Githa.
Huelga decir que la reina normanda había tenido también descendencia con su anterior marido. Uno de ellos, Eduardo el Confesor, aceptó la invitación de su hermanastro para gobernar como regente. De pronto, el rey anglo-danés murió con apenas 24 años, así que Eduardo ocupó el trono, restituyendo así el Reino de Wessex. Pero, al no tener descendencia, la asamblea sajona nombró como sucesor a Haroldo II, sajón desposado con Githa.
Obviamente, su elección no fue bien recibida por los otros pretendientes al trono: el rey Harald III de Noruega y el duque Guillermo II de Normandía. Los dos se presentaron con sus ejércitos en Inglaterra en 1066. Haroldo II derrotó al primero en Stamford Bridge el 25 de septiembre. Contra el segundo se enfrentó el 14 de octubre en la batalla de Hastings, donde perdería trono y vida.
De esta manera, la presencia danesa, al igual que la sajona, desapareció de la isla, que vio cómo las tradiciones francesas reemplazaban a las germánicas y las posesiones de su aristocracia pasaban a manos de la nueva. Exactamente lo mismo que hicieron ellos con los britanos y romanos.
Juicios de valor aparte, la conquista normanda supuso la desaparición de todos los reinos anglosajones. Es decir, la Inglaterra sajona y la Inglaterra danesa se unían, al fin, en un solo país.
Gran Bretaña
Después de la dinastía normanda (1066-1135), vino La Anarquía (1135-1154). Es decir, gobernaba la Casa de Blois, pero reinaba el caos. El país se hundió en una larguísima guerra civil, además de sufrir ataques por parte de Gales y Escocia, país fundado por los Dál Riata y los pictos para repeler las invasiones vikingas durante el siglo IX.
Una vez calmados los ánimos, llegó el turno de la Casa de Anjou (1154-1216), la Casa de Plantagenet, el juego de tronos entre los Lancaster y los York (1399-1485), la Casa de Tudor (1485-1553) y la Casa de Estuardo (1603-1707), con el breve paréntesis del Protectorado entre medias (1653-1659).
Bien, veamos ahora los aspectos más relevantes de este largo periodo, que acabarán constituyendo el Reino de Gran Bretaña.
Anexión de Gales
La Anarquía supuso una importante pérdida de territorio para Inglaterra. Pero todo cambió con Eduardo I (Casa de Plantagenet), primer rey inglés en hablar inglés en lugar de francés. Tras una serie de revueltas, conquistó Gales en 1283 y anexionó el nuevo territorio a la corona. De esta manera, la Britania romana recuperaba sus antiguas fronteras.
Una vez solucionado el tema galés, la atención de Eduardo I se dirigió hacia el norte. Como Escocia se encontraba en medio de una disputa de sucesión, puso en el trono a un protegido suyo: Juan de Balliol. La intención del rey inglés era convertir a Escocia en vasallo de Inglaterra. Pero le salió mal.
Guerras con Escocia
En cuanto Escocia entendió que la jugada inglesa amenazaba su autonomía, firmó una alianza con Francia (rival de Inglaterra) e Inglaterra les invadió. La guerra duró de 1296 a 1306, concluyendo con la conquista de Escocia.
O eso creyeron los ingleses.
El rey escocés Roberto de Bruce se cargó al noble escocés (John Coym) que había negociado la rendición y el conflicto se reanudó de nuevo. Esta vez, los ingleses se vieron obligados a abandonar el país, dando lugar a la independencia de Escocia.
O eso creyeron los escoceses.
La segunda guerra comenzó en 1332 y terminó en 1357. De manera resumida, los ingleses derrotaron a los escoceses, los escoceses derrotaron a los ingleses y la peste negra derrotó a todos. Pero, al final, Escocia permaneció independiente y se firmó la paz.
O eso creyeron todos.
Porque, entre 1372 y 1575, ambas naciones se enfrentarían en veinte ocasiones más.
Unión de las Coronas
En vista de los pobres resultados obtenidos con las guerras, Inglaterra y Escocia firmaron el Tratado de Paz Perpetua en 1502. Por supuesto, se rompería once años después. Pero eso no nos interesa ahora. Más importante para entender la diferencia entre Inglaterra, Gran Bretaña y Reino Unido es lo que sucedió en 1503: la boda entre Jacobo IV de Escocia y Margarita Tudor de Inglaterra La Casa de los Estuardo había entrado en la línea de sucesión de los Tudor.
Pero, como ya te he contado, la paz no duró y Jacobo IV murió en el campo de batalla (1513). Sin embargo, gracias a ese matrimonio de paz, su bisnieto heredó el trono de Inglaterra en 1603. También del Reino de Irlanda. Es decir, un escocés al mando de tres naciones; la llamada Unión de las Coronas.
De esta manera, se convirtió en Jacobo VI de Escocia y Jaime I de Inglaterra e Irlanda. Eso sí, cada nación mantuvo su independencia y su propio parlamento. Si bien su gobierno fue aceptado en Escocia e Irlanda, en Inglaterra tuvo ciertos problemas. Comenzó con el Motín de la Pólvora de los católicos y terminó (1625) con Inglaterra preparándose para sufrir la Guerra Civil.
Acta de Unión
Tras el paréntesis de la Guerra Civil (1642-1688) y del Protectorado (1653-1659), los siguientes monarcas gobernarían sobre las tres coronas como en 1603. Lo cual nos lleva a 1707, cuando se firmó el Acta de Unión, por el cual Inglaterra y Escocia (pero no Irlanda) disolvieron sus parlamentos nacionales para formar uno nuevo en el Palacio de Westminster.
Por lo tanto, a plenos efectos, Inglaterra y Escocia dejaron de ser dos naciones independientes para convertirse en el Reino de Gran Bretaña bajo una misma bandera. La Britania romana, por fin, cruzaba la muralla de Adriano.
Reino Unido
Antes de explicar el último cambio de nomenclatura geográfica, conviene que sepas una cosa: el nombre de Gran Bretaña ya se usaba tras la Unión de Coronas (1603). Aunque careciese de valor oficial. Sin embargo, a partir de la creación del Reino de Gran Bretaña, se reemplazó toda denominación local en los nombres por «británico». De ahí que conozcamos con esa definición a su Imperio.
Dicho esto, vayamos al año 1798, cuando Irlanda se rebela contra Gran Bretaña. La pérdida de Estados Unidos hace temer al Imperio que otra de sus posesiones se independice. Así que, para calmar los sediciosos ánimos de los irlandeses, en 1800 se firma el Acta de Unión, mediante la cual Gran Bretaña e Irlanda se fusionan en un mismo estado y bandera, llamado Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda.
A pesar de este gesto, los irlandeses no cejaron en su empeño de reclamar la independencia. De hecho, contaron con el apoyo alemán para proclamarla en 1916. El ejército británico intervino para anularla. En diciembre de 1918, el partido republicano irlandés ganó las elecciones y en enero de 1919 declaró su independencia de Gran Bretaña. Esto provocó la prohibición de los partidos nacionalistas quienes, en respuesta, iniciaron un periodo de violencia sangrienta hasta firmar una tregua en 1921. También se firmaría el Tratado anglo-irlandés, que reconocía al gobierno irlandés en toda la isla, salvo al norte, donde el condado de Ulster.
Así nació Irlanda del Norte. Su bandera se unió a la de Gran Bretaña y el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda pasó a llamarse Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte en 1927. O Reino Unido, en su forma acortada.