¿Sirve para algo hablarle en inglés a un bebé? ¿Hay que empezar a estudiar un idioma desde pequeños?¿Puedo empezar a aprender una lengua a partir de los 30 años? ¿A qué edad es recomendable empezar a estudiar inglés?
Hay dos formas de transmitir un pensamiento universal: la propia experiencia acumulada y los estudios científicos. Los primeros ofrecen resultados comprobados de forma subjetiva. Los segundos, también, pero con cifras. En algunos casos, demuestran la veracidad de un hecho. En otros casos, se contradicen. Cuando esto último sucede, debemos de tomar una decisión salomónica. O realizar un verdadero acto de fe.
Si queréis saber a qué edad es recomendable empezar a estudiar inglés, este artículo combina la experiencia acumulada con el trabajo de la ciencia en este campo. No pretende sentar cátedra al respecto; todo lo contrario. Su objetivo es puramente informativo y simplemente trata de dar una respuesta honesta a las preguntas del primer párrafo.
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Aprender inglés desde bebés
Recuerdo haber escuchado, dentro del mágico mundo de las máximas populares, que los ingleses hablan inglés porque nacen ingleses. Aplicando la misma lógica, si los padres son de dos nacionalidades distintas, los hijos nacían bilingües. Aunque pueda parecer descabellado, esta creencia tiene un fundamento científico: la combinación de las razas mejora el código genético de la especie. Por desgracia, el idioma no está integrado en nuestro ADN. Así que es imposible que nazcamos con un lenguaje de serie.
Lo que sí que tenemos es un cerebro. Dentro del mismo, en el lóbulo frontal del hemisferio izquierdo (a veces, en el derecho, en un 5% de los casos), se encuentra la llamada área de Broca, por el trabajo realizado por el médico francés Pierre Paul Broca en el siglo XIX. Como sucede con la mayoría de las partes del encéfalo, su función la conocemos gracias a pacientes que habían sufrido accidentes o lesiones en esta zona y que afectaban a su capacidad de hablar. Esto no quiere decir que el lenguaje se desarrolle en esta parte concreta. Para eso intervienen otras regiones del cerebro. Si éstas sufren un problema, podemos seguir hablando sin problemas. No obstante, en caso de alteraciones en el área de Broca, perderemos la capacidad de hablar (afasia). Este hecho demuestra la presencia de un elemento interno encargado de producir el lenguaje.
Pero Broca tiene un vecino cerca de su “casa”. O, al menos, así está aceptado, ya que no está del todo clara su verdadera ubicación. Aunque podemos localizarla en el lóbulo temporal superior izquierdo (a veces, en el derecho, en un 5% de los casos). Hablamos del área de Wernicke, neurólogo alemán que cogió el relevo de Broca y localizó otra zona encargada de la comprensión del lenguaje. Por tanto, el aprendizaje y manejo de un idioma depende de la existencia de dos zonas determinadas en nuestra cabeza. La pregunta ahora es saber si un bebé ha desarrollado ambas áreas al nacer.
Aquí es cuando empieza lo interesante. Hasta que un bebé no cumple los 18 meses, estas áreas no se habrán desarrollado por completo. Los estudios confirman que un niño o niña suele emitir sus primeras palabras reconocibles al cabo de 12 o 18 meses. Pero también corroborar algo más importante para el tema de aprender un idioma: su capacidad de entender una lengua supera con creces a su capacidad para hablarlo.
Por tanto, durante el primer año de vida, realmente podemos hablar con los bebés en el idioma que nos dé la real gana, ya que no nos van a entender. Eso sí, la recepción de sonidos les permite comenzar a desarrollar las partes que se encargarán de generar el lenguaje más adelante. A partir del primer, sin embargo, son capaces de asimilar un idioma. O dos. Pero, ¿eso les permitirá ser bilingües?
Estudiar inglés desde pequeños. ¿A qué edad es recomendable empezar a estudiar inglés ?
La palabra “pequeño” es un tanto caprichosa. Sobre todo desde el punto de vista pedagógico. A partir de los 18 meses, son capaces de hablar. Como niños, claro. Es decir, mal. Pero mal en cualquier idioma. Algunos consideran que, como los loros, repiten los sonidos sin más. Pero no es cierto; las áreas del cerebro encargadas del lenguaje comienzan a funcionar, de la misma manera que cuando vamos al gimnasio con cierta edad por primera vez: poco a poco.
Si bien la gramática no es en absoluto correcta, la están asimilando poco a poco. La ventaja es que las áreas cerebrales no están programadas para aprender una sola gramática. En realidad, entienden la gramática como un concepto general (la prueba es la existencia de personas bilingües). El problema es la cantidad de información que reciben de cada una de ellas. Leer, por ejemplo, es muy efectivo para aprender un lenguaje. No obstante, en ausencia de la palabra hablada, la asimilación es mucho más lenta.
Pero, como decíamos al principio, la palabra “pequeño” tiene trampa. Porque todo este esfuerzo realizado en la infancia puede no valer para nada. A medida que van creciendo, aprenden más cosas, descubren nuevas experiencias y evolucionan físicamente. Todo esto consume energía. Y, como el cerebro es selectivo, empezará a optimizar recursos en función de sus necesidades.
Entonces, sucede una cosa maravillosa: llegamos a los 10 años. El cerebro ya tiene sus funciones en forma (sobre todo las gramaticales) y el cuerpo está activo. Si en este momento comienza a aprender una lengua nueva, no solo la va a aprender bien sino que, además, tiene muchas posibilidades de ser bilingüe a los 18 años. Ya no necesitará un equilibrio constante entre español e inglés. Puede aprender desde cero (o casi). Todo dependerá, por supuesto, del interés que tenga por hacerlo. En esta fase resulta más importante una buena motivación para que el niño o niña priorice el idioma en sus intereses personales.
Esto tiene mucho que ver con algo que ya sabíamos de antes: es mejor aprender a hacer una cosa desde pequeño. El cuerpo y la mente, a medida que se desarrollan, adaptan la actividad a su propia persona. La flexibilidad, por ejemplo, se adquiere haciendo ejercicio muy pronto. Conocemos el caso de las niñas que hacen ballet y que son capaces de levantar la pierna recta hasta la frente con más de 30 años. Pero, si comenzasen a recibir clases de danza con esa edad, ¿podrían hacer lo mismo?
Aprender inglés a partir de 30 años
Hemos escogido esta edad por un motivo: estamos en el periodo de transición hacia la “segunda juventud”. Nuestras vidas están, más o menos, determinadas hacia un objetivo concreto. Disponemos de mucho conocimiento (en realidad, poco). Físicamente hemos perdido la explosividad de los veinte pero conservamos su resistencia (ver caso de futbolistas profesionales). En fin, que en jardín de la existencia acabamos de florecer y dar fruto.
Nuestra capacidad de aprendizaje, por otro lado, sigue estando activa. El único problema es que tenemos otras responsabilidades que atender. De nuevo, el consumo de recursos se orienta hacia las prioridades. El factor tiempo influye más que las ganas. No obstante, con una buena organización, podremos aprender un idioma (o recuperarlo) en poco tiempo. Obviamente, los patrones cerebrales son más rígidos que antes. El aprendizaje es posible, pero nos puede costar más que de pequeños. El principal problema con el que nos vamos a topar, sin embargo, no es somático sino psicológico. La voz interior tratará una y otra vez de hacernos desistir en nuestro propósito. Es como cuando nos ponemos a correr y el cuerpo se queja al cerebro para obligarnos a detenernos. Curiosamente, mantenemos el mismo comportamiento quejica de cuando éramos pequeños y nos decían que fuésemos al cuarto a estudiar. Si antes requeríamos una motivación externa de nuestros padres y tutores, ahora dependemos de nosotros para encontrarla.
Aprender inglés de mayores.¿ A qué edad es recomendable empezar a estudiar inglés?
Este último punto es muy parecido al anterior. Lo único que lo diferencia es el desgaste. A medida que hacemos más rutinaria nuestra vida, somos menos propensos al cambio. Recuerdo un meme de Internet que, refiriéndose a quedarse en casa e irse a la cama pronto, decía esto: «lo que antes me parecía un castigo, es lo que ahora quiero los fines de semana».
Popularmente hay una creencia de que, cuanto más mayores nos hacemos, más conservadores nos volvemos. Y es cierto; anteponemos la comodidad a todo lo demás. O, dicho de otra manera, hemos perdido la curiosidad de conocer que teníamos cuando éramos niños. No digo que todo el mundo sea así; simplemente que es el comportamiento habitual cuando el cuerpo y mente descubren el envejecimiento. La prioridad, ahora, es conservar lo que se tiene. Además, la memoria ya no retiene como antes.
Mentira. Una vez más, la misma mente que nos permite aprender nos limita a hacerlo. Por supuesto, no estamos tan frescos como antes. Pero, en el momento que rompamos el muro de confort que nos enladrilla, descubriremos que, si bien no tan rápido como antes, seguimos siendo capaces de mejorar. Eso sí, requerirá más práctica (¿habéis intentado aprender a bailar con más de 40 años). Cuando eso sucede, surge una motivación nueva regeneradora. Es lo que la gente dice que te hace rejuvenecer. No voy a llegar a tanto (no hay estudios al respecto de la regeneración celular con el aprendizaje de un idioma nuevo, pero sí que os puedo decir que podemos aprender inglés con independencia de los años. ¿Bilingüe? No tanto. Pero sí para poder entendernos, mantener una conversación y emplearlo en el trabajo o en un viaje.